Resultas hijo, resultas…

Moisés Mora Cortés

A propósito del tsunami político-electoral en el que pululan los suspirantes a distintos cargos de elección popular, muchos de ellos advenedizos, sin antecedentes partidistas, nula formación ideológica y hasta incompetentes como seres humanos, llega a mi memoria el extraordinario capítulo de vida de un entrañable amigo, que feliz por algunos logros circunstanciales en su vida universitaria, acudió a su padre para recibir la correspondiente felicitación que no llegó en ese preciso momento.

Y es que no se trata de que un examen mensual, una tarea o una estrellita en la frente sean suficientes para un especial reconocimiento, sino el resultado final que eso derive en un logro extraordinario y relevante, por lo que la felicitación esperada llegaría solo con el título, porque ni siquiera con la graduación es del todo suficiente.

“Resultas hijo, resultas… no vales si no cuentas con efectivos resultados para tus semejantes, a los que sirves, a quienes te otorgaron la confianza…”, tal cual fue la sentencia del padre al hijo que en su mente dejó marcada la lección de vida que eso significa.

Ese ejemplo podría trasladarse a la vida cotidiana, y muy particularmente en el servicio público, donde no es suficiente un mayor presupuesto o algunas mejoras de forma, sino lo que cuenta y vale como un efectivo resultado es la transformación efectiva y a fondo del entorno, que llegue a significar positivos efectos en el bolsillo, en el estado de ánimo y el ambiente en el que se encuentre sirviendo.

Por consecuencia, quien carezca de resultados efectivos y tangibles para el común de los ciudadanos (mortales de a pie y no los que viajan en coches blindados y cuentan con escoltas financiados por el erario) en su desempeño, no puede atreverse a pedir un refrendo de la confianza ciudadana; quien no haya trascendido en un cambio efectivo, en una transformación probada y aceptada por la comunidad, no tiene por qué ofender la conciencia social, postulándose para un cargo de elección popular para aprovechar la inercia de las estructuras partidistas. Hacerlo es engañarse asimismo y a quienes le dieron su confianza…