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Los sucesos en Palacio Nacional y el UTEG ¿qué tienen en común?

EL BAÚL AZUL

Miguel Ángel Rodríguez Martínez

La semana pasada se presentaron dos sucesos que vulneraron la seguridad en dos inmuebles de nuestro país; uno fue en Palacio Nacional, y el otro en el Centro Universitario UTEG, en Guadalajara. Por el contexto en el que se desarrollaron los eventos no hay relación entre sí, pero, es importante tomar en cuenta lo siguiente, para ver qué tienen en común.

Hablemos primero de las características particulares de cada situación.

El miércoles 6 de marzo por la mañana, un grupo de manifestantes vinculados con el movimiento de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, destruyó una de las puertas de Palacio Nacional, que se considera un recinto de carácter estratégico porque alberga al Presidente de la República. Por esta razón, el inmueble debe disponer de un sistema de seguridad del más alto nivel para que garantice la integridad física del mandatario, de los funcionarios públicos que laboran en su interior, las personas que ingresan al recinto a tratar diversos asuntos, de los bienes y patrimonio nacionales, así como de las propias instalaciones del inmueble.

Los manifestantes podrán tener argumentos válidos en su afán de que el presidente les haga caso y se reúna con ellos, pero el hecho de destruir una puerta del Palacio Nacional, representa una agresión y se considera una amenaza a la seguridad.

En este suceso, el sistema de seguridad no fue capaz de prevenir o contener la amenaza, públicamente se mostró que fue débil y vulnerable. Lo más grave y lamentable es que además de permitir que se dañara la instalación, al destruir la puerta se puso en riesgo la seguridad de los funcionarios que laboran en esa área como la propia integridad del mandatario de la Nación, a pesar de no haberse encontrado cerca del lugar.

El mismo miércoles por la tarde, un joven de 20 años ingresó a las instalaciones del Centro Universitario UTEG, y agredió con un arma blanca a tres personas de las cuales fallecieron dos trabajadoras y uno más resultó lesionado.

El centro educativo privado que, por su propia naturaleza, tiene una dinámica de actividades y constante de entradas y salidas de directivos, trabajadores, estudiantes, docentes, proveedores y visitas, su sistema de seguridad debe ser integral para que garantice la integridad física, moral y psicológica de todas estas personas, la protección de los bienes y patrimonio de la universidad y de la propia instalación.

La agresión perpetrada evidencia lo vulnerable que fue el sistema de seguridad, no estuvo en condiciones de prevenir la amenaza y no logró identificar el arma del agresor y evidentemente comprometió la seguridad del sector laboral y estudiantil.

Como se puede apreciar en ambos hechos, hay diferencias y aspectos comunes. La diferencia entre ambos es que, en Palacio Nacional, el sistema de seguridad permitió que los manifestantes llevaran a cabo la agresión al inmueble y no se percibe por las imágenes que se publicaron, la intención de contenerla, mientras que, en el Centro Universitario, los responsables del control de accesos fueron sorprendidos por no realizar de manera eficiente su trabajo.

También se pueden percibir los siguientes aspectos comunes en estos sucesos:

* Se desarrollaron el mismo día con diferencia de horarios.

* Las agresiones o amenazas se perpetraron y lograron su cometido.

* Los sistemas de seguridad presentaron errores, omisiones y fallas que vulneraron la seguridad.

* Comprometieron la integridad física de las personas, de los bienes y de las instalaciones.

* El factor riesgo a la seguridad fue alto en el momento de los hechos.

La reflexión sobre estos dos temas es que mientras la seguridad no sea un tema prioritario, siempre habrá un riesgo al que estén expuestas las instalaciones, los bienes y la integridad física de las personas.

Hagamos conciencia de las consecuencias lamentables que puede tener un evento de estas características en una institución pública o en el entorno privado. Ocupémonos de mejorar los sistemas de seguridad integral, de consolidar una cultura de prevención en el factor humano, de garantizar el compromiso de la dirección para generar entornos libres de peligro y de protección para los activos de valor en el interior de los inmuebles.

Recuerden que la amenaza real o potencial siempre será latente, por lo que es necesario que: Hagamos de la seguridad, una disciplina, una norma de conducta y un principio de observancia.

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Es experto en planeación estratégica, gestión de riesgos y seguridad patrimonial, además de académico en la Universidad Panamericana

miguel.rodriguez@notiemp.com

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